Ecos y resonancias. El sonar que perdura como zumbido y murmullo de todos adentro.
Eso: todos adentro. Una dinámica, un ritmo,
un conocer / conocerme / conocedme
que empieza a rodar.
Y al ruedo vamos, como estamos y somos, a ser y estar rodando.
Juego, lúdica lucidez de emular reuniones de hace cien años.
Descubriendo(nos) interlocutores.
Cada registro (Andrea dijo: “ya vamos conociendo el registro de cada uno”)
enfrenta y desnuda, se enfrenta y desnuda;
cada voz se hace sonora,
hace eco y retumba,
y despierta voces en otro que escucha para aprender a escuchar…se.
Paradojas…
A word is a world. ¡Cuántas palabras, cuántos mundos abrimos y destruimos a cada mi-nuto! Hace unas reuniones andábamos queriendo desandar el derrotero de los términos, lo que no nos dice que dice lo que decimos. Y Néstor y Ariel nos internaron en su ilu-minado viaje por sus amigos filósofos y lingüistas. Luego fuimos al grano (o al pastizal, dolinescamente hablando): ¿dónde está eros? ¿quién es?. Andrea y sus preguntas. An-drea y nuestras preguntas. Andrea obligando a preguntarnos. Luz nos presenta, de parte de Lacan, a tánatos (“sé que todas las palabras con que le canto a la vida vienen con muerte también”, me aviva Silvio Rodríguez). ¡Y hoy sonreímos inocentemente!
Hoy sentí que el grupo se supo grupo, un paso adelante y un paso adentro, al decir de Guillermo; nos vimos y oímos expectantes, desplegando el despegue;
desgarrando la fantasía de la unión, de la objetividad y de la verdad, del entendimiento.
Ya se habló del no saber, del amor como cuestión “egoísta”,
de la incompletud constitutiva, de la falta, de la castración,
de habilitar espacios de no respuesta,
de duda, de interrogantes.
Ya se habló, y el “se” es evasivo. Ya hablamos (y callamos, esa otra forma de hablar).
Y seguiremos hablando (y callando), seguiremos encallando en esos (y otros nuevos) puertos, porque eso es lo que somos, porque esas son las puertas que vamos revelando querer golpear.
Confieso sentirme a veces abrumado. Confieso un habitual “descoloque”. Y confieso mi gusto por sentir que de manera casi natural vamos desde nosotros a la clínica, como si ella fuera una propia extensión, un lugar propio.
Punto.
Eze.
domingo, 15 de julio de 2007
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