lunes, 1 de octubre de 2007

Deseo, Deseo, Deseo...

Este deseo de deseo del Otro, es al fin de cuentas.. ¿a qué deseo va a afrontarse en el análisis si no es al deseo del analista?" (Jacques Lacan, "El deseo y su interpretación", sesión del 1 de julio de 1959)

Es un tanto complicado escribir después de tan válidos interrogantes, sólo voy a compartir algunas palabritas (porque son chiquitas) en torno a lo que fui encontrando.

Leí por ahí (en la inmensidad de la web) tres diferenciaciones sobre la relación analista-paciente en los desarrollos post freudianos: en la psicología del yo, la eficacia de la acción analítica tiene que ver con la relación entre las áreas sin conflictos del paciente y las partes sanas del yo del analista. Los kleinianos plantean la comunicación de inconsciente a inconsciente (tomada de Freud). Lacan lo va a ubicar al nivel del deseo.

"las coordenadas que el analista debe ser capaz de alcanzar para simplemente ocupar el lugar que es el suyo, el cual se define como el lugar que él debe ofrecer vacante al deseo del paciente para que se realice como deseo del Otro" (es de Lacan, pero no tengo más datos, perdón por mi falta de rigurosidad científica)

Bien, tomo uno de los párrafos que Fara señalaba:

"El analista no plantea preguntas y no tiene ideas. Sólo da las respuestas que quiere darle a las cuestiones que suscitan su deseo. Pero al final del final, el analizado siempre va a donde lo lleva el analista".

Creo (y es un creo subrayado y amplificado) que podemos entender esto que el analizado va a donde lo lleva el analista, porque en la relación entre ambos va a reproducirse la situación de constitución del sujeto. Ser deseo del deseo. Ser sujeto. Y el deseo del analista es quien orienta esta movilización.
Si tomamos lo otro que dice: da las respuestas que quiere darle a las cuestiones que suscitan su deseo. Seguramente es así, pero me parece que en este punto es en donde entra la necesidad del análisis del analista, de otro modo, la cuestión podría terminar en cualquier parte (¿?).

Para terminar, lo interesante es lo que se despliega en el análisis lacaniano: no una promesa de completud, felicidad y salud infinita, sino la posibilidad de de darle cabida a la verdad del sujeto… La verdad del sujeto, otro tema, no?

lunes, 17 de septiembre de 2007

No quiero sacar de contexto a Lacan, mucho menos interpretarlo y menos que menos ser ingenua. Pero a partir de lo que leí en lo escrito por Ariel, y de lo que veníamos tratando de hilvanar (el deseo del analista), me atrevo a citar unos párrafos de la más que interesante entrevista anexada por Néstor, para abrir nuevos interrogantes. Y tal vez entre todas mis letras peque de algunas de las cuestiones que al comienzo advertí que no quería hacer.
Lacan dice "El descubrimiento del psicoanálisis es el hombre como animal hablante. Le corresponde al analista ordenar las palabras que escucha y darles un sentido, una significación. Para hacer un buen análisis, hace falta un acuerdo, la alianza entre el analizado y el analista.A través del discurso de uno, el otro intenta de hacerse una idea de lo que se trata y descubrir más allá del síntoma aparente el nudo difícil de la verdad. La otra función del analista es explicar el sentido de las palabras para hacer entender al paciente lo que se puede esperar del análisis"
Explicar, ordenar, dar un sentido, una significación. Palabras a las que estoy muy acostumbrada en psicología, pero que no me sonaban a "Lacan". No me parece del todo mal, simplemente me pregunto, citando ahora a Ariel, si "el lenguaje es el que organiza y recorta los objetos y es por esto que según la lengua que tengamos la forma de organizar el mundo será diferente", ¿como puedo yo en mi función de analista significar, ordenar, explicar, darle sentido a un discurso ajeno???desde que consenso??? tanto el analista como el analizado habla y dice desde su propia falta que lo atraviesa (o no). esa falta nos permite el lenguaje. pero como decirle a otro el sentido de sus palabras?me estoy enredando. necesito auxilio!!!!!
la respuesta que se me viene a la cabeza es que el analista interpreta por aquello que resuena desde su incosnciente a partir de lo que el otro dice. no me aclara, me complica, me hundo en la desesperación... (jajaj)
Otro párrafo que me interesó es el siguiente: "El analista no plantea preguntas y no tiene ideas. Sólo da las respuestas que quiere darle a las cuestiones que suscitan su deseo. Pero al final del final, el analizado siempre va a donde lo lleva el analista".
Y ahora pregunto... que significa que el analista sólo de las respuesta que quiere darle a las cuestiones que suscitan Su (el del analista, no?) deseo?remite a esta comunicación de inconsciente a inconsciente?remite a que obviamente el analista trabaja sólo con su deseo?que osado... por favor escriban respuestas que me aclaren el panorama, porq esto se ve complicado. sé que peco de ingenuidad al asombrarme ante esta cuestión, de que uno como analista sólo responde a las cuestiones que suscitan su deseo, pero es que todo se vuelve tan subjetivo (ya sé que eso es lo que caracteriza a nuestra profesión!!!!-no me reten!-), tan personal, que me parece muy peligroso. peligra por el hecho de que el deseo del analista al fin y al cabo es el timón del barco del análisis. entonces hay que tenerla muy clara. y uno nunca podrá saber cuando sus oscuridades han cedido lo suficiente a la claridad como para considerarse idóneos.
perdón la descarga. perdón las dudas. después de todo sólo me puse a pensar...
(por favor, RESPONDAN)
PD: Ariel cada vez me sorprendo más de lo que escribis. muyyyyy buenoooo!

"El deseo del hombre es el deseo del Otro" Lacán

Realmente es un tema muy interesante el que eligió Luz para hacer la resonancia; “el deseo del analista”. Como siempre se vuelve más interesante a medida que pasa el tiempo y van apareciendo otras resonancias.

A mi me gustaría hacer un recorte del tema, y tratar de trabajar una parte del mismo y es lo referente al deseo.

En una parte del capítulo 18 del Seminario 11, Lacán dice: “el deseo del hombre es el deseo del Otro”. La verdad que cuando lo escuché por primera vez me chocó mucho porque siempre hubiera pensado que el deseo era lo más propio que tenía, y ahora descubro que ni siquiera el deseo es algo mío. Pero cuando lo pienso un poco, esto es algo que me resuena muy bien, porque es cierto que cuando nacemos nos tienen que enseñar todo y por supuesto también a desear. Desde el primer momento mis padres se encargaron de decirme que cosas son lindas y que cosas no lo son, que cosas le deben gustar a su hijo y que no, que cosas debe desear y que cosas debe rechazar. Pero este culpabilizarlos es soslayado cuando pienso que a ellos también le enseñaron a desear y que su deseo tampoco era de ellos, entonces ya no es un otro con minúscula sino un otro con mayúscula, porque es el Otro de la cultura.

En otro texto, del diccionario de Psicoanálisis, Chemama nos dice hablando sobre el deseo: “Falta inscripta en la palabra y efecto de la marca del significante en el ser hablante”. La falta que hace surgir el deseo está en la palabra, en el lenguaje. Pienso que esto se debe a que las palabras no son las cosas y las cosas no sabemos que son, porque es el lenguaje el que recorta la realidad que en sí es incognoscible. A diferencia del animal, nosotros cuando nos encontramos con algo, eso que encontramos es un recorte hecho por el lenguaje, es por esto que siempre nos encontramos con palabras.

El filósofo Martín Heidegger dice que, a diferencia del animal que está en el mundo, estamos frente al mundo, porque entre la realidad y nosotros media el lenguaje. Es más, los objetos son recortes hechos por las palabras, pero el problema es que nos hemos olvidado como tal de ésto y pensamos que son anteriores o independientes de ellas, esto es pura alineación en las cosas, es más, nosotros mismos somos un recorte hecho por las palabras. El lenguaje es el que organiza y recorta los objetos, es por esto que según la lengua que tengamos la forma de organizar el mundo será diferente. Como ejemplo una vez leí que cuando los españoles llegaron a América los nativos no vieron europeos, o conquistadores, o piratas, sino que según su lengua les permitía organizar el cosmos vieron dioses alados, es más cuando vieron al caballo y arriba al jinete el recorte que les permitió hacer su lenguaje fue de una sola cosa, de un mismo ente. En nuestro ambiente psi ocurre lo mismo cuando nosotros creemos ver las cosas comos son, en contraposición a las lecturas que se hacían de ciertos estados mentales como puede ser en la edad media o en la modernidad. Cuando aquellos eran vistos como endemoniados o gente inspirada por dios, el tema es que el cura que hacía el exorcismo, según su cultura y discurso, el estaba tan convencido como nosotros ahora de que si estaba viendo lo que le sucedía a la persona. Pienso que dentro de cien años el recorte de la realidad va ha ser otro y miraran a los “ignorantes” del siglo XX y XXI, como nosotros miramos los diagnósticos hechos por la gente del medio evo o de la modernidad, en definitivas estamos condenados a ser “ignorantes” porque la realidad no puede ser expresada.

Volviendo a la idea original lo que deseamos está dado por el lenguaje, es más, me es impuesto por éste, soy alguien alienado por los significantes y significados dados por el gran Otro. Es por esto que el deseo siempre es del Otro que me estructura en mi subjetividad con sus discursos.
La pulsión, la cual está debajo del lenguaje en lo que Lacan llama el registro de lo real, tiene que ver con aquel “grito” del recién nacido (y uso grito porque no puedo escaparme de las palabras), que fue alienado por la interpretación que la madre hizo, imponiéndole sus deseos, es más, creyendo ella que interpretaba “verdaderamente” lo que le ocurría al niño. Este es el comienzo de la construcción de nuestra subjetividad y por tanto de nuestro deseo. Es importante no olvidar que este sujeto pulsional, es lo que está debajo de todo lo que hacemos, por lo tanto nosotros no somos mas que palabras movidas por las pulsiones, discursos que nos atraviesan, y permanentemente sujetos a diferentes interpretaciones o resignificaciones, o sea construcciones de nuevos logos. Esto esta marcado por la falta, entonces siempre estaremos construyendo logos que nos den sentido a nuestra vida, estaremos construyendo “yoes”. Pero esta falta nos acompañara siempre y por eso el deseo de conseguir el objeto “a” será el norte del deseo del inconsciente. Todo lo que hacemos en nuestra vida es buscando el objeto “a”, el objeto que completaría plenamente nuestra subjetividad y daría goce pleno a nuestra pulsion.

Reportaje a Lacan

Encontré el siguiente reporta a Lacan y me pareció muy piola porque trata problemas muy elementales sobre el psicoanálisis y sobre Freud. No problemas conceptuales sino acerca de la validez del psicoanálisis, la vigencia de Freud, la cura, la enfermedad, etc.
Por ahí les interesa y origina algún comentario.

Para acceder al reportaje hagan clic sobre el vínculo no sobre la foto.


viernes, 7 de septiembre de 2007

EL DESEO, LA CURA Y EL ANALISTA

“¿Qué busca? ¿Se busca? No se buscaría si ya no se hubiera encontrado”
"Rayuela" - Julio Cortazar


Luz, me parece que con lo de “pésimo” se me fue la mano… ¿no? En fin… parafraseando a un antiguo libro: “lo dicho dicho esta”.
Ahora, bien, que vi: deseos, deseos cruzados, algunos encontrados otros desencontrados. ¿Qué busco como analizante? En el sentido más ambiguo de la palabra.
Georgina: ¡Im-pre-sio-nan-te! Que producción, sangre de neuronas. Me gusta mucho.

La cura un tema ya tomado por el cura (perdón Ariel). ¿El deseo del analista es curar y el del analizado ser curado? ¿Es posible curarse? ¿Curarse de que? ¿Deseo ser curado de un deseo? ¿Hay deseos apropiados e inapropiados?
Obviamente, como dice Fara, la cuestión me remite a mi análisis. ¿Yo me analizo para curarme? ¿Deseo ser curado? ¿De que me tengo que curar? ¿Curar es cambiar mis deseos inapropiados por otros apropiados? ¿Inapropiados para quien? ¿Apropiados para quien? ¿Curarse es no sentir angustia?

Primero habría que ver si estas preguntas son pertinentes o no. Para eso debo ver que pregunto, desde donde pregunto y a quien se lo pregunto.

En cuanto a qué, podría pensarse que preguntar por el deseo y la cura no son más que las dos caras de una misma moneda. Esto es, poniéndome desde el lado de analizado, voy al analista porque deseo ser curado. O sea algo en el orden de la falta: deseo la salud porque no la tengo. Esta claro que no puede haber deseo sin falta. Deseo lo que me falta y en este caso lo llamo salud. Entonces deseo la cura (falta) para obtener la salud (objeto). Dicho de otra manera: cuando acudo al analista lo que me impulsa es el deseo. Ahora bien, cuando defino esta falta como “la cura” la enmarco en el orden de la demanda. Deseo la salud y demando ser curado; por él, por el analista, que, se supone, es el que sabe.
Si me ubico desde el lado del analista: ¿yo se que se y que no se? Sí yo se lo que le pasa al analizado (diagnostico), sí lo comprendo, sí conozco las “palabras mágicas” (por ejemplo: “bueno a vos te pasa esto, yo se lo que se siente en esos casos y si querés salir del malestar que esto te causa lo que tenés que hacer es:…”), voy a accionar desde ese lugar. No pretendo decir con esto que esta forma de intervención no sea válida. Este es el lugar, por ejemplo, de la medicina o de la psicología pero no es el lugar del psicoanálisis. Me parece que justamente esto es lo original de la propuesta psicoanalítica: proponerse pensar el marco del encuentro (entre alguien que desea ayuda para tramitar su angustia y alguien que desea abordar esa demanda), resignificando todo el “encuadre”. Esto implica resignificar conceptos como: analista, analizado, cura, salud, patología, saber, conocer, ayudar, y muchos etcéteras.
En cuanto al a quien se lo pregunto me parece que la cuestión debe ser dirigida justamente a la teoría psicoanalítica. O sea buscar dentro de este marco epistemológico como son resignificados todos estos conceptos y lugares. Esto nos convoca a estudiar y a investigar. Pero, teniendo en cuenta que Lacan encuadra al psicoanálisis como una praxis, el aprendizaje debe incluir necesariamente lo experiencial. Lo experiencial, cuando aun no soy analista, tiene como vía inevitable el propio análisis. Allí, en el diván, se experimenta: la propia angustia, el esfuerzo de intentar la asociación libre, la sorpresa que produce una formaciones del inconsciente, como se trabaja un fallido, como abordar un sueño, la lucha para no engañarse ni pretender engañar al analista, como correrse de la demanda, la transferencia, etc., etc., etc. De esta experiencia se aprende; ¿de qué manera? ; desarrollando una “particular sensibilidad" para detectar todas estas manifestaciones tanto en uno mismo como en los demás (con la salvedad que al producirse fuera de la situación transferencial, las formaciones del inconsciente, no son interpretables).

Situados en estos puntos de vida considero que, en el marco del psicoanálisis, los conceptos: cura, patología, deseo; pierden su carácter universal y diacrónico para encontrar un sentido y un significado para cada subjetividad. Esto es: si voy al analista en busca de ser curado, el concepto de “que es ser curado” responde a deseos profundamente subjetivos que son válidos solo para mí y que tendré que desentrañar en el curso del análisis. Por lo tanto es inútil definir un concepto genérico de enfermedad pues, de ser necesario, habría que definir uno para cada ser hablante, lo que le haría perder totalmente utilidad alguna. Por tanto si voy en busca de análisis voy movido por un deseo, un deseo muy intimo o muy temido o quizás muy escondido, que deberé ir descubriendo y articulando durante el mismo proceso.
Pienso que lo mismo podría pensarse en cuanto al “deseo del analista”. Lo que nos mueve a cada uno de nosotros a acercarnos a esta práctica difícilmente involucre una respuesta que pueda abarcarnos a todos. Cada uno estará movido por algo, por algo a descubrir, por algo que se hace necesario descubrir. Y me parece que se hace imprescindible descubrir esta motivación porque puede estar atravesada y en el peor de los casos, sostenida por cosas muy jodidas que se hace inevitable despejar porque, de lo contrario, van a ir a contaminar, inevitablemente, la transferencia. Son los “puntos ciegos” que si no logramos ponerlos en palabras estamos condenados a actuarlos y esto implica una responsabilidad mas que importante para con el pequeño otro que será nuestro analizado sobre todo por el grado de vulnerabilidad y sugestiónabilidad con que pudiera acercársenos.


El sensei, el esclavo y lo no dicho.

Buscando por allí descubrí que “sensei” es un término japonés
que designa a un maestro. Etimológicamente: significa "nacer antes". De los kanjis "sen"(先) antes y "see"(生) de "umareru" (生まれ) que significa nacer.

Por otra lado adicto viene del latín addictus de ad: hacia y dictus: decir, o sea para decir o declarar. Su significado original es “obligado” o “entregado” a alguien. Después de una guerra, los romanos regalaban esclavos a los soldados, estos esclavos eran conocidos como addictus de allí que adicto se aplique como “esclavo de las drogas”.

Una versión psicoanalítica dice que adicto proviene del prefijo negativo “a”, y “dictus” y entonces significaría “lo no dicho”

Ahora bien, el conocimiento que un maestro brinda, se supone, es liberador para su alumno.
Entonces podríamos pensar que:
Un discípulo se transforma en esclavo cuando el maestro no dice.

martes, 4 de septiembre de 2007

NUESTROS DESEOS...

TUS PALABRAS LUZ... SIEMPRE PRECISAS Y PROFUNDAS...
DESEO DE CURAR AL OTRO... DE CURARLO DE QUÉ, DESDE DÓNDE, CON QUÉ? INEVITABLE REPLANTEARSE LOS VERICUETOS DEL PROPIO ANÁLISIS, INTENTANDO LLEGAR A LA ELECCIÓN INCONSCIENTE QUE PRIMERO NOS CONDUJO HACIA LA PSICOLOGÍA, Y HOY NOS ENCUENTRA EN EL LABERINTO DE LAS IDEAS PSICOANALÍTICAS...
QUÉ DESEAMOS RESPECTO A ESE OTRO, QUE NOS SUPONE SUJETO SUPUESTO SABER? QUÉ SABER SE NOS SUPONE?EL SABER ACERCA DE SU VERDAD (EL CUAL NO LO POSEEMOS)... PERO NO ESTAMOS MINTIENDO, NI ENGAÑÁNDOLO, NI SIENDO FALACES... CREO QUE AL PERMITIRNOS QUE ESE OTRO NOS UBIQUE EN ESA POSICIÓN ESTAMOS HABILITANDO LA RE EDICIÓN DE UN VÍNCULO (OBVIAMENTE HABILITANDO LA TRANSFERENCIA) ... PERO ESA RE EDICIÓN NO ES UNA "VUELTA SOBRE LO MISMO", NO ES MERA REPETICIÓN, PORQUE AHORA NOSOTROS SEREMOS ESE OTRO PARA EL SUJETO... Y NUESTRO DESEO (QUÉ PELIGRO, QUE OSADO!!!) Y NUETRAS FORMAS SERÁN LOS QUE ENTREN A JUGAR EN ESTA NUEVA DIALÉCTICA... NO SÉ SI LAS PALABRAS SE ENCADENAN BIEN, PERO ESTOY TRATANDO DE LLEGAR A ALGÚN LADO.
RETOMO... NO LO ENGAÑAMOS... PORQUE NO INTENTAMOS CONVENCER AL SUJETO DE QUE POSEEMOS SU VERDAD... PERO DEJAMOS QUE EL LO SUPONGA... Y AHÍ TODO UNO ENTRA EN JUEGO. ESO ES LO OSADO.
PREGUNTA... DEJAR QUE EL SUJETO SUPONGA QUE SABEMOS DE ÉL, ES DEJAR QUE SE CREE UNA RELACIÓN ENTRE "QUIEN POSEE EL SABER" - "QUIEN NO LO POSEE" (DESDE LO QUE TRANSFIERE EL ANALIZANTE)... ENTONCES ¿HAY UNA RELACIÓN DE PODER, DE AUTORIDAD, DE SUBORDINACIÓN? ESO ES LO QUE DEBEMOS HABILITAR QUE EL SUJETO SUPONGA? POR SUPUESTO QUE EL ANALISTA SABE QUE NO HAY TAL SABER, PERO NO LO SABE ESTE OTRO... ENTONCES... CUÁL ES NUESTRA POSICIÓN ÉTICA RESPECTO DE AQUEL OTRO (ANALIZANTE)???
LO PRIMERO QUE SE ME OCURRE ES QUE EL ANALISTA ES QUIEN EN PRIMER LUGAR DEBE SER MUY CONSCIENTE DE QUE NO POSEE LA VERDAD DEL SUJETO, PERO MÁS ALLÁ DE ESO TAMBIÉN (Y VOLVIENDO A LO QUE PLANTEABA AL COMIENZO) FUNDAMENTALMENTE DEBE SABER ACERCA DE SU DESEO (AL MENOS RESPECTO A SU PROFESIÓN O TAREA, AUNQUE NO SÉ SI LAS COSAS SE CIRCUNSCRIBEN DE TAL MODO: UN DESEO PARA ESTO, UN DESEO PARA LO OTRO)... PERO NO HAY CERTEZAS RESPECTO A DE CUÁNDO YA SABE LO SUFICIENTE ACERCA DE SU DESEO COMO PARA TENER UNA POSTURA ÉTICA RESPECTO DE ESOS OTROS... NO HAY CERTEZAS EN ESTE TERRENO... NO HAY TIEMPOS CRONOLÓGICOS EN ESE SABER... NO SE APRENDE EN NINGUNA ESCUELA... ENTONCES?
PEQUEÑA OSADÍA LA DE TRABAJAR CON NUESTRO DESEO....

lunes, 3 de septiembre de 2007

¿El deseo del analista?

¿Qué resuena?
Música x 2; palabras: transferencia (social y analítica), “freud era un pésimo analista”.
¿Qué más sigue sonando? ¿de qué depende? Percepción, atención, memoria… prueba de realidad… fantasmas… deseo… Ya encontré algo: el deseo del analista. Esto es lo que tomo. Deseo que va a ser nuestro, deseo del cual va a depender la posibilidad de análisis. Para Lacan, las fallas en el análisis no pueden depender del analizante, así que el peso está en el analista. Y ¿cuál es el instrumento más valioso que éste posee? Su deseo. Deseo que va a posibilitar el deseo del sujeto, la verdad del sujeto.
Se me presentan algunas preguntas: ¿Cuál es realmente el deseo del analista? ¿El deseo de curar? Me gustaría profundizar más en esto. ¿Es inocente el hecho de ubicarse como el Otro respecto del analizante? No lo se.
Creo que no es menor intentar comprender el deseo que va a habitarnos, como analistas, a nosotros mismos. Lamentablemente mis aportes no pueden ser más que preguntas, por eso espero de ustedes, mis “otros”, reflexiones.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Respuesta a todas las hermosas producciones

Buenas a todos...Realmente me dejo muy pensativa todo esto de "desafinar".. Particularmente creo que todos "desafinamos" en algún momento o situación, tanto en el sentido de Luz como de Pablo, y me parece sumamente útil, sano, válido, que esto ocurra.
De todos modos creo que es propio del Psicoanalisis esto de prestar atención a las "desafinadas" del hombre, y entonces surge mi pregunta de que hacer con ellas en el lugar del analista.
Como escuché en algunas de las tantas resonancias que lei (las lei a todas juntas), creo que lo mejor que podemos hacer es no tratar de "afinarlas", porque sería introducir un orden que es el propio, pero que es "ajeno" al analizante. Entonces, considero que ya no estariamos en el terreno del Psicoanálisis, sino más bien en el de la psicoterapia.
Como bien decía alguno de ustedes, las "desafinadas" hablan de singularidad, y yo agrego (aunque todos ya lo sepan): la singularidad habla del hombre.
Mi aporte es escueto en comparación a sus tan buenas producciones, pero estoy conforme con él..espero que les sirva.. Saludos!

martes, 21 de agosto de 2007

YO no soy "YO"

“To be, or not to be: that is the question:…”
William Shakespeare - (Hamlet 3/1)


Esta vez robé:

A Georgina: “Desafinamos todo el tiempo, y eso produce singularidad” y mas adelante: “Lo que efectivamente hace aparecer al sujeto dentro de su propio discurso.”

A Ariel: “Estas formaciones del inconsciente expresan nuestros deseos que buscan su objeto y su fin, su realización. El problema, creo, es saber que es el yo para que sea el depositario de nuestros deseos.Para Lacan el yo es un ficción, una construcción imaginaria, que no me expresa en lo más profundo, porque es lo que el Otro, como todos los discursos que me habitan, fue formando en mí.”

Y, si, otra vez la problemática de que somos: ¿sujeto?, ¿yo?, ¿individuo?, ¿yo + superyo + ello?, ¿persona? ¿sujeto del inconsciente?, ¿ser hablante?, ¿dasein (“ser ahí”, “ser arrojado a la ec-sistencia”)?, ¿sujeto del inconsciente + yo? ¿sujeto del deseo + subjetividad?, ¿etc.?, perdón: etc.

Y entonces recordé que este problema ya había pasado por estos lares y que en aquella primera resonancia que hicimos con Ariel habíamos escrito: “El problema es que estamos hablando de aquel que es nuestro objeto de cuidado; es más, estamos hablando de qué creemos que somos nosotros mismos. Pensamos que arriesgarse a este caos conceptual tiene implicancias iatrogénicas y por consiguiente éticas.”

Me parece que una de las tantas maneras en que puede pensarse este maremagnum de posibilidades podría se en términos de unidad-multiplicidad, cerrado-abierto.

En términos de unidad cabria encontrar una palabra (hombre, individuo, persona, ser humano, naturaleza humana) que abarque a todos los elementos del conjunto (especie) y los exprese en toda su diversidad. Y justamente este es el espíritu de cualquier pensamiento humanista que considera que, aun en la diversidad, todos somos capaces de las misma necesidades, deseos, reacciones, posibilidades, etc., y por eso podemos ser encerrados en un conjunto homogéneo como podría ser: “la humanidad” a la cual se le puede pedir cosas y prever las respuestas porque, dentro de este patrón: “todos procuramos el bien del otro y si alguien no lo procura es porque es un desviado a corregir o un enfermo a curar o… (algo por el estilo)”. Aquel que no se ajusta a lo esperado debe ser “normalizado”, esto es: ajustado a la norma, por ejemplo a la norma de “como debe comportarse un ser humano”. Y aquí se presenta otro problema muy interesante. ¿Quién define, o conoce, o revela la norma? El que me dice “que es un ser humano” debe ser alguien que se ajuste a dichos parámetros y que desde a allí me diga a mi “vos no te estas comportando como todos nosotros los seres humanos, tenes que corregirte”. Por eso cuando digo, por ejemplo: “hombre” exijo y me exijo. Lo mismo cuando digo: persona, individuo, alma, sujeto, ser humano. Todo esto subyace cuando pienso al paciente (y digo paciente no solo en el sentido de padecimiento, sino como ser pasivo ante mi manera de determinarlo).

Pensado desde la multiplicidad la cosa se hace un poco más ardua. Esta aproximación a la problemática antropológica tiene importantes contribuciones durante el siglo XX aunque aportes como el inconsciente freudiano ya le dan base a finales del XIX.
El problema esta dado cuando queremos definir esa naturaleza, esa esencia, que hace del humano “eso”, un humano, y no otra cosa, un núcleo indivisible (in-dividuo). Aristóteles y Platón hablarán de alma y cuerpo. Es mas Aristóteles cuando habla del ser dirá “el ser se dice de muchas maneras” y propondrá las sustancias y los nueve accidentes. Pero lamentablemente estas separaciones en categorías lejos de solucionar el problema fue el punto de partida, pues a lo largo de los siglos el problema de la cantidad de categorías, sobre todo en la edad media, nunca encontró fin. Plantear al “ser” como fragmentado en múltiples categorías lejos de cerrar abre, abre preguntas: ¿Cómo atraparlo en su totalidad? ¿Cuántas son las categorías correctas y necesarias para asir al ser en su totalidad (unidad)?

Por otra parte el sujeto freudiano sufre, según Lacan, de un descuartizamiento pluralizante (¡guau!) en las instancias de ello, yo, super yo, ideal de yo, imposible de armonizar.

M. Foucault va a introducir la idea de que el hombre es una invención reciente de nuestro pensamiento y que su fin esta próximo. El “yo” se pierde en el “se”. Es una identidad alienada, sumergida en la cultura, que lo modela en todas sus manifestaciones. El hombre se esta muriendo.

Y encontré por allí, en un librito que me gustó mucho de un tal Hector Lopez (psicólogo psicoanalista) lo siguiente: “El Dasein en tanto ente ya no es cerrado sobre si mismo, está abierto, escindido, desgarrado por la palabra,…”

Lo que sigue es el intento de una síntesis absolutamente riesgosa, su valor solo es el de compartir mis derroteros.

Acá va: si optamos por un concepto de hombre (podría ser cualquier otra palabra equivalente) cerrado, acabado, terminado, nos enfrentamos a lo conocido, lo esperable, terreno “seguro”, es el terreno del saber. Como se lo que el hombre es, ergo, se como es Carlitos, y desde ese conocer opero sobre él. Se si esta enfermo, si está sano, si esta loco, si es bueno, si es malo, si es perverso, etc., etc., etc. Además se como “debe ser”: sano, bueno, solidario, amantísimo hijo, amantísima madre, incorrupto, heterosexual, trabajador, deportista, simpático, etc.…Y como yo soy hombre “debo ser” todo eso también porque si no ¿con que autoridad le digo al otro lo que le conviene (o lo “ayudo”)?, bueno, es cierto, se puede optar por el viejo y conocido “hagan lo que yo digo pero no lo que hago”.

Pero si optamos por no cerrar el concepto, es mas si prescindimos de esos significantes porque nos oprimen, nos ordenan, nos aplastan podemos optar por un concepto del ser hablante como un concepto abierto, abierto en el sentido de inasible, abierto en el sentido de posible, de la posibilidad del pasar de lo que “deber ser” a la sorpresa del “es”. Si yo no puedo definir al ser hablante no puedo saber y si no puedo saber no puedo predecir y si no puedo predecir no puedo hacer ciencia sobre él. Entonces soy y sos: desconcierto, sorpresa, siempre novedad, posibilida, aventura,…



Despertar

No era.

Un grito
fue tocado.
Las alas de Eros.
Y el grito se hizo palabra.
¡LUZ!
¡SOY!
“…y la palabra se hizo carne.”
¿Dónde esta?
Solo una huella
en la arena,
un hueco
Buscar
Buscar
Buscar…
“70 veces 7”.
Y vos
mi infierno
y mi paraíso,

viernes, 17 de agosto de 2007

¿¡Yo!?

Georgina termina su resonancia diciendo que hay que escuchar los chillidos del inconsciente, porque lo importante creo entender es que alguien debe saber escuchar las desafinadas que constantemente cometemos.
Nestor a estas desafinadas le pone el nombre técnico “formaciones del inconsciente”, como “aquellas rupturas en la secuencia del discurso (incluyendo la vida como discurso) que suenan mal por no estar integradas, desarmonizan, desentonan”.
La pregunta es: ¿qué hacemos cuando detectamos las formaciones del inconsciente? Además, de marcarlas o asumirlas y comenzar nuestra asociación libre, el fin es: ¿integrarla en el “yo”, en nuestro logos, en aquello que da seguridad y sentido a nuestra vida, en “nuestro consciente”?
Estas formaciones del inconsciente expresan nuestros deseos que buscan su objeto y su fin, su realización. El problema, creo, es saber que es el yo para que sea el depositario de nuestros deseos.
Para Lacán el yo es un ficción, una construcción imaginaria, que no me expresa en lo más profundo, porque es lo que el Otro, como todos los discursos que me habitan, fue formando en mí.
Desde el momento que no es posible una metafísica, o sea, no es posible el conocimiento de la realidad, no hay más acceso que a la verdad de cada uno, la verdad de mi deseo, no hay posibilidad de una verdad universal, que diga que está bien y que está mal, que es normal y que anormal, que es sano y que es enfermo, que es bueno y que es malo, que es lindo y que es feo.
Esto tiene como consecuencia que el yo será siempre una ficción, pero esto no es el problema, el problema es olvidarse que el yo es ficción. Es verdad que no puedo vivir sin esto que llamamos “el yo”, porque necesito de alguna manera sentirme integrado, el problema es olvidarnos que es una ficción, una construcción en permanente devenir. Solamente si hubiera metafísica sería posible construir un YO estable, habría un deber ser para todos, un modelo a copiar o identificarse.
Esto además se da en unas coordenadas espacio-temporales que cambiando este yo que soy pierde inmediatamente la consistencia, el sentido, la unidad, su razón de ser.
Entonces cuando digo este soy yo, en realidad no sé lo que estoy diciendo, porque yo no tengo un yo sino varios, es como la máscara que me voy poniendo según las circunstancias. El yo será siempre una construcción del lenguaje y como el lenguaje es algo que me viene de afuera, el yo nunca dará cuenta de mi verdad. El lenguaje es lo que me aliena, pero de esta alienación no tengo posibilidad de escapar. El sujeto del inconsciente se expresa siempre a través del lenguaje, porque no hay otra manera de expresión, es más, la conciencia o la autoconciencia es lenguaje. Es por esto que el inconsciente es estructurado como un lenguaje, o sea, la subjetividad está estructurada por los diferentes discursos que recibimos a lo largo de nuestra vida.
El sujeto del inconsciente es nouménico, no hay acceso al ser, Lacán habla del sujeto del inconsciente, que todas sus manifestaciones lo hace a través del ropaje del lenguaje, o sea, alienado en el lenguaje, pero el lenguaje no lo expresa. Por lo tanto no lo podemos conocer, siempre será nouménico, es el Ser que pertenece al registro de lo real. Cuando Lacán habla del ser consciente no dice hombre, individuo, sujeto, persona, sino que dice “ser hablante”, porque somos los discursos que nos habitan y que según el momento y la circunstancia es uno o es otro. Estos discursos no pueden expresarme porque son extraños a mí, me fueron dados, yo recibí los significados y los significantes.
En todo esto no hablamos de subjetividad. La construcción de la subjetividad se da por las identificaciones, por los mecanismos de defensa, etc. con esto entramos en el plano de la psicología, algo que es totalmente válido, pero estamos en otra epistemología.
Yo también como Pablo termino esta resonancia con temor a la desafinada, porque es lo que voy entendiendo de Lacán, es por esto que espero sus comentarios.