viernes, 7 de septiembre de 2007

EL DESEO, LA CURA Y EL ANALISTA

“¿Qué busca? ¿Se busca? No se buscaría si ya no se hubiera encontrado”
"Rayuela" - Julio Cortazar


Luz, me parece que con lo de “pésimo” se me fue la mano… ¿no? En fin… parafraseando a un antiguo libro: “lo dicho dicho esta”.
Ahora, bien, que vi: deseos, deseos cruzados, algunos encontrados otros desencontrados. ¿Qué busco como analizante? En el sentido más ambiguo de la palabra.
Georgina: ¡Im-pre-sio-nan-te! Que producción, sangre de neuronas. Me gusta mucho.

La cura un tema ya tomado por el cura (perdón Ariel). ¿El deseo del analista es curar y el del analizado ser curado? ¿Es posible curarse? ¿Curarse de que? ¿Deseo ser curado de un deseo? ¿Hay deseos apropiados e inapropiados?
Obviamente, como dice Fara, la cuestión me remite a mi análisis. ¿Yo me analizo para curarme? ¿Deseo ser curado? ¿De que me tengo que curar? ¿Curar es cambiar mis deseos inapropiados por otros apropiados? ¿Inapropiados para quien? ¿Apropiados para quien? ¿Curarse es no sentir angustia?

Primero habría que ver si estas preguntas son pertinentes o no. Para eso debo ver que pregunto, desde donde pregunto y a quien se lo pregunto.

En cuanto a qué, podría pensarse que preguntar por el deseo y la cura no son más que las dos caras de una misma moneda. Esto es, poniéndome desde el lado de analizado, voy al analista porque deseo ser curado. O sea algo en el orden de la falta: deseo la salud porque no la tengo. Esta claro que no puede haber deseo sin falta. Deseo lo que me falta y en este caso lo llamo salud. Entonces deseo la cura (falta) para obtener la salud (objeto). Dicho de otra manera: cuando acudo al analista lo que me impulsa es el deseo. Ahora bien, cuando defino esta falta como “la cura” la enmarco en el orden de la demanda. Deseo la salud y demando ser curado; por él, por el analista, que, se supone, es el que sabe.
Si me ubico desde el lado del analista: ¿yo se que se y que no se? Sí yo se lo que le pasa al analizado (diagnostico), sí lo comprendo, sí conozco las “palabras mágicas” (por ejemplo: “bueno a vos te pasa esto, yo se lo que se siente en esos casos y si querés salir del malestar que esto te causa lo que tenés que hacer es:…”), voy a accionar desde ese lugar. No pretendo decir con esto que esta forma de intervención no sea válida. Este es el lugar, por ejemplo, de la medicina o de la psicología pero no es el lugar del psicoanálisis. Me parece que justamente esto es lo original de la propuesta psicoanalítica: proponerse pensar el marco del encuentro (entre alguien que desea ayuda para tramitar su angustia y alguien que desea abordar esa demanda), resignificando todo el “encuadre”. Esto implica resignificar conceptos como: analista, analizado, cura, salud, patología, saber, conocer, ayudar, y muchos etcéteras.
En cuanto al a quien se lo pregunto me parece que la cuestión debe ser dirigida justamente a la teoría psicoanalítica. O sea buscar dentro de este marco epistemológico como son resignificados todos estos conceptos y lugares. Esto nos convoca a estudiar y a investigar. Pero, teniendo en cuenta que Lacan encuadra al psicoanálisis como una praxis, el aprendizaje debe incluir necesariamente lo experiencial. Lo experiencial, cuando aun no soy analista, tiene como vía inevitable el propio análisis. Allí, en el diván, se experimenta: la propia angustia, el esfuerzo de intentar la asociación libre, la sorpresa que produce una formaciones del inconsciente, como se trabaja un fallido, como abordar un sueño, la lucha para no engañarse ni pretender engañar al analista, como correrse de la demanda, la transferencia, etc., etc., etc. De esta experiencia se aprende; ¿de qué manera? ; desarrollando una “particular sensibilidad" para detectar todas estas manifestaciones tanto en uno mismo como en los demás (con la salvedad que al producirse fuera de la situación transferencial, las formaciones del inconsciente, no son interpretables).

Situados en estos puntos de vida considero que, en el marco del psicoanálisis, los conceptos: cura, patología, deseo; pierden su carácter universal y diacrónico para encontrar un sentido y un significado para cada subjetividad. Esto es: si voy al analista en busca de ser curado, el concepto de “que es ser curado” responde a deseos profundamente subjetivos que son válidos solo para mí y que tendré que desentrañar en el curso del análisis. Por lo tanto es inútil definir un concepto genérico de enfermedad pues, de ser necesario, habría que definir uno para cada ser hablante, lo que le haría perder totalmente utilidad alguna. Por tanto si voy en busca de análisis voy movido por un deseo, un deseo muy intimo o muy temido o quizás muy escondido, que deberé ir descubriendo y articulando durante el mismo proceso.
Pienso que lo mismo podría pensarse en cuanto al “deseo del analista”. Lo que nos mueve a cada uno de nosotros a acercarnos a esta práctica difícilmente involucre una respuesta que pueda abarcarnos a todos. Cada uno estará movido por algo, por algo a descubrir, por algo que se hace necesario descubrir. Y me parece que se hace imprescindible descubrir esta motivación porque puede estar atravesada y en el peor de los casos, sostenida por cosas muy jodidas que se hace inevitable despejar porque, de lo contrario, van a ir a contaminar, inevitablemente, la transferencia. Son los “puntos ciegos” que si no logramos ponerlos en palabras estamos condenados a actuarlos y esto implica una responsabilidad mas que importante para con el pequeño otro que será nuestro analizado sobre todo por el grado de vulnerabilidad y sugestiónabilidad con que pudiera acercársenos.


El sensei, el esclavo y lo no dicho.

Buscando por allí descubrí que “sensei” es un término japonés
que designa a un maestro. Etimológicamente: significa "nacer antes". De los kanjis "sen"(先) antes y "see"(生) de "umareru" (生まれ) que significa nacer.

Por otra lado adicto viene del latín addictus de ad: hacia y dictus: decir, o sea para decir o declarar. Su significado original es “obligado” o “entregado” a alguien. Después de una guerra, los romanos regalaban esclavos a los soldados, estos esclavos eran conocidos como addictus de allí que adicto se aplique como “esclavo de las drogas”.

Una versión psicoanalítica dice que adicto proviene del prefijo negativo “a”, y “dictus” y entonces significaría “lo no dicho”

Ahora bien, el conocimiento que un maestro brinda, se supone, es liberador para su alumno.
Entonces podríamos pensar que:
Un discípulo se transforma en esclavo cuando el maestro no dice.

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