viernes, 17 de agosto de 2007

¿¡Yo!?

Georgina termina su resonancia diciendo que hay que escuchar los chillidos del inconsciente, porque lo importante creo entender es que alguien debe saber escuchar las desafinadas que constantemente cometemos.
Nestor a estas desafinadas le pone el nombre técnico “formaciones del inconsciente”, como “aquellas rupturas en la secuencia del discurso (incluyendo la vida como discurso) que suenan mal por no estar integradas, desarmonizan, desentonan”.
La pregunta es: ¿qué hacemos cuando detectamos las formaciones del inconsciente? Además, de marcarlas o asumirlas y comenzar nuestra asociación libre, el fin es: ¿integrarla en el “yo”, en nuestro logos, en aquello que da seguridad y sentido a nuestra vida, en “nuestro consciente”?
Estas formaciones del inconsciente expresan nuestros deseos que buscan su objeto y su fin, su realización. El problema, creo, es saber que es el yo para que sea el depositario de nuestros deseos.
Para Lacán el yo es un ficción, una construcción imaginaria, que no me expresa en lo más profundo, porque es lo que el Otro, como todos los discursos que me habitan, fue formando en mí.
Desde el momento que no es posible una metafísica, o sea, no es posible el conocimiento de la realidad, no hay más acceso que a la verdad de cada uno, la verdad de mi deseo, no hay posibilidad de una verdad universal, que diga que está bien y que está mal, que es normal y que anormal, que es sano y que es enfermo, que es bueno y que es malo, que es lindo y que es feo.
Esto tiene como consecuencia que el yo será siempre una ficción, pero esto no es el problema, el problema es olvidarse que el yo es ficción. Es verdad que no puedo vivir sin esto que llamamos “el yo”, porque necesito de alguna manera sentirme integrado, el problema es olvidarnos que es una ficción, una construcción en permanente devenir. Solamente si hubiera metafísica sería posible construir un YO estable, habría un deber ser para todos, un modelo a copiar o identificarse.
Esto además se da en unas coordenadas espacio-temporales que cambiando este yo que soy pierde inmediatamente la consistencia, el sentido, la unidad, su razón de ser.
Entonces cuando digo este soy yo, en realidad no sé lo que estoy diciendo, porque yo no tengo un yo sino varios, es como la máscara que me voy poniendo según las circunstancias. El yo será siempre una construcción del lenguaje y como el lenguaje es algo que me viene de afuera, el yo nunca dará cuenta de mi verdad. El lenguaje es lo que me aliena, pero de esta alienación no tengo posibilidad de escapar. El sujeto del inconsciente se expresa siempre a través del lenguaje, porque no hay otra manera de expresión, es más, la conciencia o la autoconciencia es lenguaje. Es por esto que el inconsciente es estructurado como un lenguaje, o sea, la subjetividad está estructurada por los diferentes discursos que recibimos a lo largo de nuestra vida.
El sujeto del inconsciente es nouménico, no hay acceso al ser, Lacán habla del sujeto del inconsciente, que todas sus manifestaciones lo hace a través del ropaje del lenguaje, o sea, alienado en el lenguaje, pero el lenguaje no lo expresa. Por lo tanto no lo podemos conocer, siempre será nouménico, es el Ser que pertenece al registro de lo real. Cuando Lacán habla del ser consciente no dice hombre, individuo, sujeto, persona, sino que dice “ser hablante”, porque somos los discursos que nos habitan y que según el momento y la circunstancia es uno o es otro. Estos discursos no pueden expresarme porque son extraños a mí, me fueron dados, yo recibí los significados y los significantes.
En todo esto no hablamos de subjetividad. La construcción de la subjetividad se da por las identificaciones, por los mecanismos de defensa, etc. con esto entramos en el plano de la psicología, algo que es totalmente válido, pero estamos en otra epistemología.
Yo también como Pablo termino esta resonancia con temor a la desafinada, porque es lo que voy entendiendo de Lacán, es por esto que espero sus comentarios.

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