martes, 21 de agosto de 2007

YO no soy "YO"

“To be, or not to be: that is the question:…”
William Shakespeare - (Hamlet 3/1)


Esta vez robé:

A Georgina: “Desafinamos todo el tiempo, y eso produce singularidad” y mas adelante: “Lo que efectivamente hace aparecer al sujeto dentro de su propio discurso.”

A Ariel: “Estas formaciones del inconsciente expresan nuestros deseos que buscan su objeto y su fin, su realización. El problema, creo, es saber que es el yo para que sea el depositario de nuestros deseos.Para Lacan el yo es un ficción, una construcción imaginaria, que no me expresa en lo más profundo, porque es lo que el Otro, como todos los discursos que me habitan, fue formando en mí.”

Y, si, otra vez la problemática de que somos: ¿sujeto?, ¿yo?, ¿individuo?, ¿yo + superyo + ello?, ¿persona? ¿sujeto del inconsciente?, ¿ser hablante?, ¿dasein (“ser ahí”, “ser arrojado a la ec-sistencia”)?, ¿sujeto del inconsciente + yo? ¿sujeto del deseo + subjetividad?, ¿etc.?, perdón: etc.

Y entonces recordé que este problema ya había pasado por estos lares y que en aquella primera resonancia que hicimos con Ariel habíamos escrito: “El problema es que estamos hablando de aquel que es nuestro objeto de cuidado; es más, estamos hablando de qué creemos que somos nosotros mismos. Pensamos que arriesgarse a este caos conceptual tiene implicancias iatrogénicas y por consiguiente éticas.”

Me parece que una de las tantas maneras en que puede pensarse este maremagnum de posibilidades podría se en términos de unidad-multiplicidad, cerrado-abierto.

En términos de unidad cabria encontrar una palabra (hombre, individuo, persona, ser humano, naturaleza humana) que abarque a todos los elementos del conjunto (especie) y los exprese en toda su diversidad. Y justamente este es el espíritu de cualquier pensamiento humanista que considera que, aun en la diversidad, todos somos capaces de las misma necesidades, deseos, reacciones, posibilidades, etc., y por eso podemos ser encerrados en un conjunto homogéneo como podría ser: “la humanidad” a la cual se le puede pedir cosas y prever las respuestas porque, dentro de este patrón: “todos procuramos el bien del otro y si alguien no lo procura es porque es un desviado a corregir o un enfermo a curar o… (algo por el estilo)”. Aquel que no se ajusta a lo esperado debe ser “normalizado”, esto es: ajustado a la norma, por ejemplo a la norma de “como debe comportarse un ser humano”. Y aquí se presenta otro problema muy interesante. ¿Quién define, o conoce, o revela la norma? El que me dice “que es un ser humano” debe ser alguien que se ajuste a dichos parámetros y que desde a allí me diga a mi “vos no te estas comportando como todos nosotros los seres humanos, tenes que corregirte”. Por eso cuando digo, por ejemplo: “hombre” exijo y me exijo. Lo mismo cuando digo: persona, individuo, alma, sujeto, ser humano. Todo esto subyace cuando pienso al paciente (y digo paciente no solo en el sentido de padecimiento, sino como ser pasivo ante mi manera de determinarlo).

Pensado desde la multiplicidad la cosa se hace un poco más ardua. Esta aproximación a la problemática antropológica tiene importantes contribuciones durante el siglo XX aunque aportes como el inconsciente freudiano ya le dan base a finales del XIX.
El problema esta dado cuando queremos definir esa naturaleza, esa esencia, que hace del humano “eso”, un humano, y no otra cosa, un núcleo indivisible (in-dividuo). Aristóteles y Platón hablarán de alma y cuerpo. Es mas Aristóteles cuando habla del ser dirá “el ser se dice de muchas maneras” y propondrá las sustancias y los nueve accidentes. Pero lamentablemente estas separaciones en categorías lejos de solucionar el problema fue el punto de partida, pues a lo largo de los siglos el problema de la cantidad de categorías, sobre todo en la edad media, nunca encontró fin. Plantear al “ser” como fragmentado en múltiples categorías lejos de cerrar abre, abre preguntas: ¿Cómo atraparlo en su totalidad? ¿Cuántas son las categorías correctas y necesarias para asir al ser en su totalidad (unidad)?

Por otra parte el sujeto freudiano sufre, según Lacan, de un descuartizamiento pluralizante (¡guau!) en las instancias de ello, yo, super yo, ideal de yo, imposible de armonizar.

M. Foucault va a introducir la idea de que el hombre es una invención reciente de nuestro pensamiento y que su fin esta próximo. El “yo” se pierde en el “se”. Es una identidad alienada, sumergida en la cultura, que lo modela en todas sus manifestaciones. El hombre se esta muriendo.

Y encontré por allí, en un librito que me gustó mucho de un tal Hector Lopez (psicólogo psicoanalista) lo siguiente: “El Dasein en tanto ente ya no es cerrado sobre si mismo, está abierto, escindido, desgarrado por la palabra,…”

Lo que sigue es el intento de una síntesis absolutamente riesgosa, su valor solo es el de compartir mis derroteros.

Acá va: si optamos por un concepto de hombre (podría ser cualquier otra palabra equivalente) cerrado, acabado, terminado, nos enfrentamos a lo conocido, lo esperable, terreno “seguro”, es el terreno del saber. Como se lo que el hombre es, ergo, se como es Carlitos, y desde ese conocer opero sobre él. Se si esta enfermo, si está sano, si esta loco, si es bueno, si es malo, si es perverso, etc., etc., etc. Además se como “debe ser”: sano, bueno, solidario, amantísimo hijo, amantísima madre, incorrupto, heterosexual, trabajador, deportista, simpático, etc.…Y como yo soy hombre “debo ser” todo eso también porque si no ¿con que autoridad le digo al otro lo que le conviene (o lo “ayudo”)?, bueno, es cierto, se puede optar por el viejo y conocido “hagan lo que yo digo pero no lo que hago”.

Pero si optamos por no cerrar el concepto, es mas si prescindimos de esos significantes porque nos oprimen, nos ordenan, nos aplastan podemos optar por un concepto del ser hablante como un concepto abierto, abierto en el sentido de inasible, abierto en el sentido de posible, de la posibilidad del pasar de lo que “deber ser” a la sorpresa del “es”. Si yo no puedo definir al ser hablante no puedo saber y si no puedo saber no puedo predecir y si no puedo predecir no puedo hacer ciencia sobre él. Entonces soy y sos: desconcierto, sorpresa, siempre novedad, posibilida, aventura,…



Despertar

No era.

Un grito
fue tocado.
Las alas de Eros.
Y el grito se hizo palabra.
¡LUZ!
¡SOY!
“…y la palabra se hizo carne.”
¿Dónde esta?
Solo una huella
en la arena,
un hueco
Buscar
Buscar
Buscar…
“70 veces 7”.
Y vos
mi infierno
y mi paraíso,

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