lunes, 17 de septiembre de 2007

"El deseo del hombre es el deseo del Otro" Lacán

Realmente es un tema muy interesante el que eligió Luz para hacer la resonancia; “el deseo del analista”. Como siempre se vuelve más interesante a medida que pasa el tiempo y van apareciendo otras resonancias.

A mi me gustaría hacer un recorte del tema, y tratar de trabajar una parte del mismo y es lo referente al deseo.

En una parte del capítulo 18 del Seminario 11, Lacán dice: “el deseo del hombre es el deseo del Otro”. La verdad que cuando lo escuché por primera vez me chocó mucho porque siempre hubiera pensado que el deseo era lo más propio que tenía, y ahora descubro que ni siquiera el deseo es algo mío. Pero cuando lo pienso un poco, esto es algo que me resuena muy bien, porque es cierto que cuando nacemos nos tienen que enseñar todo y por supuesto también a desear. Desde el primer momento mis padres se encargaron de decirme que cosas son lindas y que cosas no lo son, que cosas le deben gustar a su hijo y que no, que cosas debe desear y que cosas debe rechazar. Pero este culpabilizarlos es soslayado cuando pienso que a ellos también le enseñaron a desear y que su deseo tampoco era de ellos, entonces ya no es un otro con minúscula sino un otro con mayúscula, porque es el Otro de la cultura.

En otro texto, del diccionario de Psicoanálisis, Chemama nos dice hablando sobre el deseo: “Falta inscripta en la palabra y efecto de la marca del significante en el ser hablante”. La falta que hace surgir el deseo está en la palabra, en el lenguaje. Pienso que esto se debe a que las palabras no son las cosas y las cosas no sabemos que son, porque es el lenguaje el que recorta la realidad que en sí es incognoscible. A diferencia del animal, nosotros cuando nos encontramos con algo, eso que encontramos es un recorte hecho por el lenguaje, es por esto que siempre nos encontramos con palabras.

El filósofo Martín Heidegger dice que, a diferencia del animal que está en el mundo, estamos frente al mundo, porque entre la realidad y nosotros media el lenguaje. Es más, los objetos son recortes hechos por las palabras, pero el problema es que nos hemos olvidado como tal de ésto y pensamos que son anteriores o independientes de ellas, esto es pura alineación en las cosas, es más, nosotros mismos somos un recorte hecho por las palabras. El lenguaje es el que organiza y recorta los objetos, es por esto que según la lengua que tengamos la forma de organizar el mundo será diferente. Como ejemplo una vez leí que cuando los españoles llegaron a América los nativos no vieron europeos, o conquistadores, o piratas, sino que según su lengua les permitía organizar el cosmos vieron dioses alados, es más cuando vieron al caballo y arriba al jinete el recorte que les permitió hacer su lenguaje fue de una sola cosa, de un mismo ente. En nuestro ambiente psi ocurre lo mismo cuando nosotros creemos ver las cosas comos son, en contraposición a las lecturas que se hacían de ciertos estados mentales como puede ser en la edad media o en la modernidad. Cuando aquellos eran vistos como endemoniados o gente inspirada por dios, el tema es que el cura que hacía el exorcismo, según su cultura y discurso, el estaba tan convencido como nosotros ahora de que si estaba viendo lo que le sucedía a la persona. Pienso que dentro de cien años el recorte de la realidad va ha ser otro y miraran a los “ignorantes” del siglo XX y XXI, como nosotros miramos los diagnósticos hechos por la gente del medio evo o de la modernidad, en definitivas estamos condenados a ser “ignorantes” porque la realidad no puede ser expresada.

Volviendo a la idea original lo que deseamos está dado por el lenguaje, es más, me es impuesto por éste, soy alguien alienado por los significantes y significados dados por el gran Otro. Es por esto que el deseo siempre es del Otro que me estructura en mi subjetividad con sus discursos.
La pulsión, la cual está debajo del lenguaje en lo que Lacan llama el registro de lo real, tiene que ver con aquel “grito” del recién nacido (y uso grito porque no puedo escaparme de las palabras), que fue alienado por la interpretación que la madre hizo, imponiéndole sus deseos, es más, creyendo ella que interpretaba “verdaderamente” lo que le ocurría al niño. Este es el comienzo de la construcción de nuestra subjetividad y por tanto de nuestro deseo. Es importante no olvidar que este sujeto pulsional, es lo que está debajo de todo lo que hacemos, por lo tanto nosotros no somos mas que palabras movidas por las pulsiones, discursos que nos atraviesan, y permanentemente sujetos a diferentes interpretaciones o resignificaciones, o sea construcciones de nuevos logos. Esto esta marcado por la falta, entonces siempre estaremos construyendo logos que nos den sentido a nuestra vida, estaremos construyendo “yoes”. Pero esta falta nos acompañara siempre y por eso el deseo de conseguir el objeto “a” será el norte del deseo del inconsciente. Todo lo que hacemos en nuestra vida es buscando el objeto “a”, el objeto que completaría plenamente nuestra subjetividad y daría goce pleno a nuestra pulsion.

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