“Yo soy el fuego que me consume. Yo soy la razón que me piensa. No soy el fuego. No soy la razón. Soy Borges. Eros está en mi nombre. Las letras que sobran son mis iniciales: G. B. (Georgie Borges)"
Jorge Luis Borges
¿“Filosofía y psicoanálisis” o “filosofía o psicoanálisis”?
Ya que de impresiones se trata… tuvimos la impresión de que durante esta reunión, entre los múltiples discursos que se entretejieron y de entre los múltiples discursos que escuchamos, escuchamos uno que es el que nos sugirió el título.
No podemos responder desde ustedes, ni es lícito suponer la respuesta; apenas si podemos responder desde nosotros, y lo vamos a hacer. Esperamos tener más suerte que Georgina y Luz (mea culpa) y recibir sus respuestas.
El problema es que el discurso psicoanalítico (provenga de quien provenga) es y se sostiene desde el discurso, pero el lenguaje (del cual no le queda más remedio que servirse, porque fuera del lenguaje nada) lo antecede. Y las palabras decían cosas y las cosas eran palabras antes de que Freud nos propusiera el inconsciente.
¿Pero, las palabras siempre dijeron lo mismo? ¿Cómo me entero del significado de las palabras? Los significantes me son dados, los significados me son dados, las conexiones entre ambos me son dadas de aquí que soy hablado. Este que me habla me precede, ¿cuánto me precede? Lo que está implícito en esta pregunta es la pregunta por el origen del lenguaje. Dice Saussure que el hombre es la cuna del lenguaje, el que lo recibe como un don desde su nacimiento y lo alimenta con el habla. Ahora bien, las conexiones entre significados, significantes, ¿son siempre las mismas? Aquí aparece el aporte de Saussure cuando diferencia entre diacronía y sincronía del lenguaje. Y la respuesta es: no. La unión entre significado y significante se entiende en un aquí y en un ahora, en un lugar y en un tiempo.
Saussure dice esto a finales del siglo XIX, no muchos años más tarde, un filósofo (que tuvo decisiva influencia en Lacán) que se llamó Martín Heidegger se embarcará, junto a muchos otros pensadores de su época, existencialistas o no a repensar el ser, el “hombre”, el conocimiento, la realidad, etc. Heidegger dijo: “el ser del hombre se funda en el lenguaje, pero éste solo tiene lugar propiamente en la conversación”. Pero el hombre de Heidegger no es el hombre de Platón, de Aristóteles, de Kant, etc. El ser del hombre ya no se identifica con el individuo (lo que no se puede dividir, el uno), incluso Heidegger renuncia a usar la palabra sujeto. Ya no hay individuo, hombre, sujeto, persona, como se lo entendía hasta ese momento. Heidegger hablará de Dasein, de “ser ahí”, definido y recortado en un aquí y en un ahora.
Por eso nos hacemos la pregunta: ¿qué decimos cuando hablamos de paciente, de sujeto, de hombre, de persona, de individuo, de ser humano, de sujeto del inconsciente, etc., etc., etc.? El problema es que estamos hablando de aquel que es nuestro objeto de cuidado; es más, estamos hablando de qué creemos que somos nosotros mismos. Pensamos que arriesgarse a este caos conceptual tiene implicancias iatrogénicas y por consiguiente éticas.
De aquí que creemos no conducente y no ético no saber de que hablamos cuando hablamos.
La práctica psicoanalítica, la clínica psicoanalítica, que tanto nos urge por estar transitando el camino previo al título se transformaría en una técnica vacía, un instrumental, una forma de hacer sin entender que se hace si vaciamos a las palabras, a los discursos, a nosotros mismos, de los contenidos.
Ojalá les sea útil, bellos, bueno, justo. Saludos.
Ariel y Néstor
Jorge Luis Borges
¿“Filosofía y psicoanálisis” o “filosofía o psicoanálisis”?
Ya que de impresiones se trata… tuvimos la impresión de que durante esta reunión, entre los múltiples discursos que se entretejieron y de entre los múltiples discursos que escuchamos, escuchamos uno que es el que nos sugirió el título.
No podemos responder desde ustedes, ni es lícito suponer la respuesta; apenas si podemos responder desde nosotros, y lo vamos a hacer. Esperamos tener más suerte que Georgina y Luz (mea culpa) y recibir sus respuestas.
El problema es que el discurso psicoanalítico (provenga de quien provenga) es y se sostiene desde el discurso, pero el lenguaje (del cual no le queda más remedio que servirse, porque fuera del lenguaje nada) lo antecede. Y las palabras decían cosas y las cosas eran palabras antes de que Freud nos propusiera el inconsciente.
¿Pero, las palabras siempre dijeron lo mismo? ¿Cómo me entero del significado de las palabras? Los significantes me son dados, los significados me son dados, las conexiones entre ambos me son dadas de aquí que soy hablado. Este que me habla me precede, ¿cuánto me precede? Lo que está implícito en esta pregunta es la pregunta por el origen del lenguaje. Dice Saussure que el hombre es la cuna del lenguaje, el que lo recibe como un don desde su nacimiento y lo alimenta con el habla. Ahora bien, las conexiones entre significados, significantes, ¿son siempre las mismas? Aquí aparece el aporte de Saussure cuando diferencia entre diacronía y sincronía del lenguaje. Y la respuesta es: no. La unión entre significado y significante se entiende en un aquí y en un ahora, en un lugar y en un tiempo.
Saussure dice esto a finales del siglo XIX, no muchos años más tarde, un filósofo (que tuvo decisiva influencia en Lacán) que se llamó Martín Heidegger se embarcará, junto a muchos otros pensadores de su época, existencialistas o no a repensar el ser, el “hombre”, el conocimiento, la realidad, etc. Heidegger dijo: “el ser del hombre se funda en el lenguaje, pero éste solo tiene lugar propiamente en la conversación”. Pero el hombre de Heidegger no es el hombre de Platón, de Aristóteles, de Kant, etc. El ser del hombre ya no se identifica con el individuo (lo que no se puede dividir, el uno), incluso Heidegger renuncia a usar la palabra sujeto. Ya no hay individuo, hombre, sujeto, persona, como se lo entendía hasta ese momento. Heidegger hablará de Dasein, de “ser ahí”, definido y recortado en un aquí y en un ahora.
Por eso nos hacemos la pregunta: ¿qué decimos cuando hablamos de paciente, de sujeto, de hombre, de persona, de individuo, de ser humano, de sujeto del inconsciente, etc., etc., etc.? El problema es que estamos hablando de aquel que es nuestro objeto de cuidado; es más, estamos hablando de qué creemos que somos nosotros mismos. Pensamos que arriesgarse a este caos conceptual tiene implicancias iatrogénicas y por consiguiente éticas.
De aquí que creemos no conducente y no ético no saber de que hablamos cuando hablamos.
La práctica psicoanalítica, la clínica psicoanalítica, que tanto nos urge por estar transitando el camino previo al título se transformaría en una técnica vacía, un instrumental, una forma de hacer sin entender que se hace si vaciamos a las palabras, a los discursos, a nosotros mismos, de los contenidos.
Ojalá les sea útil, bellos, bueno, justo. Saludos.
Ariel y Néstor
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